Cinco razones para salir a la calle en el Orgullo

Madrid, 28 de junio de 2016. En Madrid, la semana grande arranca un día después y son días que traen a la mente imágenes de felicidad y libertad. Nunca hacen falta razones para festejar y pasarlo bien, pero a veces se hace un poco más complicado encontrar motivos para salir a la calle y reclamar algo tan fundamental como los Derechos Humanos.
Para el que tenga dudas, aquí van algunas razones:
1. La situación en España
Pese a que seamos el país más tolerante del mundo con las diversas orientaciones sexuales, todavía se pueden cometer retrocesos. Por ejemplo, el Gobierno de Mariano Rajoy, que amenaza con cuatro años más de recortes, ha vulnerado el derecho humano de los homosexuales a formar una familia. Las parejas lesbianas ya no pueden acceder a la reproducción asistida en la Sanidad Pública después de que el Ejecutivo modificara la ley. En un principio, el Ministerio de Sanidad intentó acotar este derecho sólo para “parejas heterosexuales” pero como la medida tenía un tufo anticonstitucional, fueron más sutiles y restringieron el acceso solo para las mujeres estériles. Ahora, la ley exige, y esto es textual, que haya habido “12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal” sin embarazo para poder acceder a las técnicas in vitro. Semejante intromisión en la vida privada cerraba de facto la puerta a las lesbianas y a las solteras porque, según la ministra Ana Mato: “No creo que la falta de varón sea un problema médico”.
2. Agresiones en España
La igualdad de derechos para los colectivos desfavorecidos se suele traducir en un crecimiento del rechazo en su peor versión. Lo sufrieron las mujeres tras la aprobación del divorcio y ahora los sufren los colectivos LGTB. El Observatorio madrileño contra la LGTBfobia de Arcópoli registró en 2015 más de 60 agresiones. En lo que llevamos de año (estamos a punto de pasar el ecuador de 2016) ya van 97 agresiones. A lo que hay que sumar la aparición de pegatinas homófobas en los barrios de Madrid o la libertad con la que se mueven los neonazis por la capital.
3. Homofobia en el resto del mundo
Además de reclamar que España sea un país mejor, vale la pena echarse a la calle en nombre de quienes sufren la homofobia en otros países. Porque, por ejemplo, en Rusia (y en muchísimas repúblicas exsoviéticas) está prohibido reclamar derechos para el Colectivo LGTB. Mientras que en decenas de países el hecho de amar a la persona equivocada según la legislación supone acabar más de 14 años en prisión, cuando no una cadena perpetua o terminar ahorcado en una grúa.
4. La homosexualidad como enfermedad
El 17 de mayo de 1990, la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud. Fueron muchos años de desprecio institucional que ahora se recuerdan cada 17 de mayo con el Día Internacional contra la Homofobia. Pero en España siguen medrando personajes que creen que la homosexualidad es una enfermedad que se puede curar. Algunos ya están, por suerte, en su casa, como el diputado Josep Durán i Lleida, pero todavía quedan muchos obispos que siguen tachando a los homosexuales de “deficientes a los que se puede normalizar con tratamiento”. A los mismos que el Papa mantiene con mando en plaza con una mano, mientras con la otra exige a la Iglesia que pida perdón a los gays por “marginarlos”.
5. Transexualidad como enfermedad
Y, mientras los homosexuales se han librado de ser enfermos a nivel oficial, los transexuales siguen luchando por ese privilegio. La OMS ya no habla de transexualidad, pero sí que recurre a eufemismos como la “disforia de sexo” para mantener a este colectivo en los manuales de “trastornos psicológicos”. Como diría la gran Carla Antonelli, la primera diputada autonómica transexual, “yo no estoy enferma. De hecho, estoy estupenda”.