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Los derechos de las mujeres son Derechos Humanos

Adolfo Barreda Salamanca. Abogado

8 de mayo de 2016.- En el mes de septiembre del pasado año se cumplieron 20 años de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebraba en [Beijín, que  proclamó que la potenciación del papel de la mujer y su plena participación en condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluidos  los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder, son fundamentales para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz.

En la Conferencia se votó y adoptó de forma unánime la Plataforma de Acción de Beijing , documento que esboza 12 ámbitos críticos (pobreza, educación, salud, violencia, conflictos armados, estructuras económicas, poder y toma de decisiones, mecanismos institucionales, protección de derechos humanos, medios de comunicación, medioambiente, discriminación y violación de niñas) que constituyen obstáculos para el avance de la mujer, e identifica el alcance de las medidas que los Gobiernos, las Naciones Unidas y los grupos de la sociedad civil deben tomar para hacer de los derechos humanos una realidad.

La plataforma de Acción de Beijín,  supuso un salto cualitativo y un punto de inflexión en los derechos de las mujeres en la comunidad internacional, en la medida en que visibilizó la situación en la que se encontraban las mujeres, marcando ejes sobre los que trabajar para alcanzar la igualdad, formal y material, preconizando una sociedad en la que, a través del empoderamiento de las mujeres, éstas asuman el papel que les corresponde.

Qué duda cabe que desde Beijín se han producido avances significativos  en el ejercicio de los derechos de las mujeres, llegando a ocupar mayores cotas de poder en la sociedad. Ahora bien, muchos países, miembros de la comunidad internacional, siguen sin incorporar estos derechos en sus Códigos, mientras que en otros, en los que sí se recogen formalmente, no se ha conseguido alcanzar la igualdad efectiva entre ambos sexos, poniendo de manifiesto patologías sociales difíciles de asumir en el siglo XXI como lo es la violencia que se ejerce sobre las mujeres en el ámbito familiar, laboral y social.  Prueba de ello es el  Informe de ONU-Mujeres del año 2014-2015, en el que se indica que, al menos, una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física  o sexual ejercida por un compañero intimo en algún momento de su vida; asimismo, la feminización de la pobreza, pues de los  80 millones de personas que en el año 2014 necesitaron asistencia humanitaria, más del 75% eran mujeres y niños.

En nuestro país, desde la Constitución de 1978 se reconoce la igualdad y no discriminación entre sexos, sin embargo, casi treinta años después fue necesaria la promulgación de una ley sobre la igualdad efectiva entre mujeres y  hombres (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo), ley que, acertadamente, plantea dicha igualdad de manera multidisciplinar: en la educación, en los medios de comunicación, en el trabajo, en la Administración Pública, en el la salud, deporte, etc. , porque, como se señala en ella:  "El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo, ha resultado ser insuficiente. La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres aquella «perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros», en palabras escritas por John Stuart Mill hace casi 140 años, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos..." .

No bajar la guardia

A pesar del paso significativo que supuso la Ley de Igualdad Efectiva, lo cierto es que hay que contemplar la posibilidad no solo de leves avances sino de graves retrocesos, frente los que se debe estar alerta. En esta línea de actuación, se ha situado la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid editando una Guía para prevenir la violencia en niñas y adolescentes, alertando de que hoy en día los abusos relacionados con las tecnologías de la comunicación son practicados por gran parte de chicos jóvenes.  Violencia que  no sólo no ha sido erradicada, a pesar de que, unos años antes, había visto la luz otra ley (Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), también de carácter transversal, sino que, al contrario de lo pretendido, ha seguido produciéndose año tras año, un incesante y vergonzoso número de muertas a manos de sus parejas, que, a día de hoy, supera a las cifras de fallecidos de resultas de la violencia terrorista.

El marco jurídico reconoce, pues, la igualdad, la formal y la efectiva. Ahora bien, se ha demostrado esto suficiente para conseguirla? Es claro que no. El papel del legislador es imprescindible pero insuficiente, las políticas de igualdad deberán adaptarse a las nuevas realidades sociales pero, en modo alguno, deben desaparecer. Y lo cierto es que, en estos últimos años, se ha bajado la guardia, especialmente en los ámbitos donde se ha de ser más vigilante, la educación en igualdad de nuestros menores en el sistema educativo como uno de los pilares fundamentales; dada la relevancia de los nuevos medios de comunicación, otro pilar lo constituiría el tratamiento respetuoso hacia la mujer exenta de estereotipos sexistas; como también lo constituye su dimensión profesional  e intelectual, su empoderamiento y autonomía económica, situándola como pieza del engranaje social del que forma parte.

Los retrocesos en derechos a veces se disfrazan y no los vislumbramos tan pronto como desearíamos. En este sentido, la reciente crisis económica, debido a las diferencias salariales entre mujeres y hombres, en perjuicio de ellas, ha resucitado la idea de que si el empleo es escaso y de mala calidad, es aconsejable el retorno de la mujer al cuidado del hogar y de la familia, soslayando las repercusiones muy negativas que esta decisión supone en el plano de su vida personal.

El día Internacional de la Mujer, que conmemora la lucha de la mujer por sus derechos en pie de igualdad con el hombre, es una buena ocasión  para reconocer los avances que se han producido, pero, especialmente, para reflexionar sobre los retrocesos que siempre acechan, porque el machismo es un monstruo que se ha ido alimentando desde tiempos remotos y al que solo se puede combatir estando siempre vigilantes, por lo que podemos concluir con la evidencia de que, si los derechos de las mujeres son derechos humanos, la experiencia de la historia nos enseña que debemos luchar para evitar sus continuos retrocesos ante un camino lleno de dificultades.