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BLOG > La realidad de los menores en la trata de personas

Cuando hablamos de trata de personas, la mayoría de personas pensamos en mujeres que son obligadas a prostituirse, víctimas de la explotación sexual. El delito de trata también se comete con fines de explotación laboral, de mendicidad, de tráfico de órganos, de criminalidad, etc. Todas ellas suponen formas modernas de esclavitud y se extienden por todo el mundo, tanto en los países de destino como en los países de origen. 

España, debido a su posición geográfica como puerta de entrada a Europa, es un país frecuentado por las organizaciones dedicadas a la trata de personas. Este hecho hace que nuestro país se haya convertido en el lugar idóneo para que las redes de explotación introduzcan a las víctimas de trata en su camino hacia el resto de Europa. Ante una situación cada día más grave, somos muchas las organizaciones que reclamamos al Estado español una Ley Integral de Trata que incluya todas las formas de trata y todas las forma de actuación y reparación de las víctimas.

Aunque ninguna víctima es más importante que otra, en el caso de la trata de personas los y las menores constituyen el grupo de víctimas más difícil de rescatar de las redes de explotación. La trata de menores generalmente queda oculta pues no existen registros suficientes ni el testimonio de ellos en muchos casos es posible. Desde el año 2008, las organizaciones encargadas de atender a las personas migrantes que llegan a las costas españolas comenzaron a alertar de que los niños que estaban entrando en el país no estaban siendo registrando. La escasa coordinación entre las diferentes administraciones e instituciones ha hecho que no existiese un control total de los menores que habían llegado a España de forma irregular, muchos de los cuales pueden ser víctimas de trata de seres humanos.

Para empezar, es necesario que se determine con la mayor exactitud si el adulto que acompaña al menor es familia directa, allegada o un completo desconocido. Muchas de las redes utilizan a la infancia como ‘recurso’ para cometer sus fines. Se les llama -aunque el término es polémico- ‘niños ancla’. Las mafias saben que la Ley de Extranjería permite la residencia en el país de los menores y de su familiar directo. Cuando los menores llegan de esta formar a nuestro país es necesario determinar si los adultos por los que vienen acompañados son sus verdaderos padres. Asimismo, tienen que determinar, en el caso de que vengan acompañado por un familiar, si ese adulto no es miembro de ninguna red de trata de personas. Son varios los casos en los que los menores son utilizados por estas redes para coaccionar a sus madres. Mientras ella paga la deuda con la organización trabajando de forma forzada, su hijo es retenido. También se dan los casos de los conocidos como niños ancla. Menores arrebatados a sus madres para dárselos a otras mujeres con el objetivo de que puedan entrar al país. Las ‘falsas madres’, también suelen ser víctimas de la trata de personas y son obligadas a llevar a cabo este tipo de acciones. 

Puedes leer el texto completo en nuestro blog: A favor de todos